forte

domingo, 25 de mayo de 2014

time

He experimentado tantos estados de ánimo que creo que se me olvidó completamente como era aquello de estar "feliz". He estado exhausta, nerviosa, he estado muy enfadada, y también muy eufórica, pero tan deprimida a la vez que el chocolate me parecía la única salida relativamente factible.
Todo esto es lo que me pasa contigo. Te he querido tanto, que ya no recuerdo si al enfadarme  cambiaba mi estado de ánimo o es que realmente algo empezaba a cambiar en mí.
Sin duda, la peor sensación del mundo es la confusión, el no saber hacia dónde ir, y el no poder usar ninguno de esos amables consejos que te dan tus amigos para que según ellos "dejes de sufrir". Quien les dijo a esos putos locos que habían conseguido el máster en psicología gestual para poder decirme que era mejor para mi felicidad. (Desde el cariño, putos locos.)
Pero siempre llega ese momento en el que estás sola y la decisión es tuya, así que no te queda otra que coger al miedo por banda, y enfrentarte a él. A ese quizá ya no te quiero que tanto te costará decir, o a ese posible sigo esperando que vuelvas que nunca te atreviste a pronunciar.
Sea lo que fuere, ha llegado el momento de tumbarse en la cama, y escuchar toda la lista de reproducción. Siempre me gustó la idea de que la música amansa a las fieras..

martes, 13 de mayo de 2014

I remember that it hurt..

Teníamos los días contados, éramos ese continuo quiero y no puedo, ese ni contigo ni sin ti de las canciones de Sabina.
Empezamos siendo una sonrisa cómplice, el amor joven, las ganas de hacerlo en cada esquina sin miedo a quién pudiera aparecer. 
Nos desvestíamos con miradas y nos ahogábamos a besos. 
Mentimos al tiempo con la esperanza de que nos dejase un par de minutos más para poder disfrutarnos, pero nos salió el tiro por la culata y el reloj nos estalló en la cara. 
Y así fue como descubrimos que no éramos eternos. Que teníamos fecha de caducidad como todos los demás. Solo fuimos niños jugando a ser adultos. A saber que era "querer", o "amar". Que importa ahora eso; ahora ya te has ido.
A veces te escucho en la ducha, otras veces en aquella calle, como cuando fumabas a escondidas, como cuando tarareabas entre caladas aquella canción de Despistaos.


Y es que me has hecho tanto daño. Que aún me duele al respirarte.
Porque noto que sigues. Que no vas a dejarme y a veces me asfixias, y me llenas de ti para luego marcharte entre mis pestañas después de darme un beso.
No entiendes que ya no quiero jugar. 
Mirarte ahora es distinto, ya no te brilla la mirada y has perdido la aureola que juro que creía que tenías, porque eras como un jodido ángel en mitad de la noche.
Eras la estrella más brillante de la galaxia, quizá porque me cegabas, qué sé yo.
Ya no quiero cantarte Pereza, ni dejar que me huelas el pelo, ni que me acaricies las manos, ni que corras a buscarme. 
No queda tiempo para nosotros. Tú te quedaste el reloj.
Y el yo del nosotros, se fue contigo.