He experimentado tantos estados de ánimo que creo que se me olvidó completamente como era aquello de estar "feliz". He estado exhausta, nerviosa, he estado muy enfadada, y también muy eufórica, pero tan deprimida a la vez que el chocolate me parecía la única salida relativamente factible.
Todo esto es lo que me pasa contigo. Te he querido tanto, que ya no recuerdo si al enfadarme cambiaba mi estado de ánimo o es que realmente algo empezaba a cambiar en mí.
Sin duda, la peor sensación del mundo es la confusión, el no saber hacia dónde ir, y el no poder usar ninguno de esos amables consejos que te dan tus amigos para que según ellos "dejes de sufrir". Quien les dijo a esos putos locos que habían conseguido el máster en psicología gestual para poder decirme que era mejor para mi felicidad. (Desde el cariño, putos locos.)
Pero siempre llega ese momento en el que estás sola y la decisión es tuya, así que no te queda otra que coger al miedo por banda, y enfrentarte a él. A ese quizá ya no te quiero que tanto te costará decir, o a ese posible sigo esperando que vuelvas que nunca te atreviste a pronunciar.
Sea lo que fuere, ha llegado el momento de tumbarse en la cama, y escuchar toda la lista de reproducción. Siempre me gustó la idea de que la música amansa a las fieras..