forte

viernes, 18 de abril de 2014

.


Como el estribillo de una canción de amor. Como sonreír en mitad de un beso. Como deslizarse pendiente abajo.

Eras luz y libertad. Eras amor y ganas de vivir.

Eras el miedo que me daba que te fueras, y el vacío que dejaste al marcharte. Fuiste un siempre disfrazado de mucho tiempo, y un "quédate" que distrajo el sonido de la puerta al irte. Fuiste todo sin intentar llegar a nada y ahora no eres más que un "vuelve" contra la almohada.


martes, 1 de abril de 2014

Abuela...

Recuerdo cada fin de semana  como si fuera ayer.. como al llegar el viernes sin preparar maleta ponía rumbo a casa para compartir el tiempo contigo. Como me quedaba hasta tarde subida al sofá, detrás tuya, molestándote cada vez que veía que te dejabas dormir mientras yo jugaba a peinarte. Como me freías medio kilo de croquetas para cenar o me apartabas el plato más lleno en el almuerzo para que engordase un poquito. Como te acompañaba a comprar, y en el trayecto me contabas tus batallitas (siempre la mismas), pero que yo escuchaba siempre asombrada porque sabía que te hacía ilusión contármelas. Como me llevabas los sábados por la mañana al todo a cien de detrás de casa y me dejabas elegir lo que quisiera, con tal de tenerme contenta. Recuerdo la primera vez que me peleé con una amiga, y recuerdo que era verano, y estaba contigo, llegué a la cocina indignada contándotelo todo y tú me respondiste que quién no supiera valorarme era simplemente que no merecía la pena. Sabías como hacerme sentir bien, como calmarme y cómo aconsejarme, a pesar de tu edad, de tener una mente más chapada a la antigua, sabías como nadie lo que era mejor para mí y nunca dudabas en decírmelo, tranquila, con calma, intentando siempre no hacerme daño.
Recuerdo también que a veces discutíamos, y que como en los dibujos animados tú me perseguías por esos 60 metros cuadrados con la zapatilla en la mano para tirármela por haber sido un tanto contestona o por haberle pegado a mi prima pequeña. Pero al acordarme de eso también recuerdo como automáticamente iba a pedirte perdón, a abrazarte y hacerte carantoñas, porque podía enfadarme con cualquiera, pero nunca contigo.
Me río al recordar tu reacción al contarte lo de mi primer novio, y cómo me dijiste que tuviera cuidado con internet la primera vez que tuve ordenador.


Hay tantos momentos que he vivido a tu lado, que al recordarlos no puedo evitar sonreír ante algunos, porque fueron divertidos y sobre todo porque fueron contigo.  Pero sin duda, a día de hoy, 3 años después de que te marcharas, sigo llorando por el mismo recuerdo, ese momento en la ducha, en el que mamá entró en el baño y me contó lo que estaba pasando. Ese shock. Ese no creérmelo. Pensar que no era verdad, que no podía estar pasándote eso a ti. Que te estabas yendo, disipando, escapando de mí. Que te estabas muriendo por dentro y que eso haría que yo perdiese por fuera.
Han pasado 3 años abuela, y sigo llorando al recordarte, porque aún pienso que algún día volverás, y que todo esto no es más que una pesadilla de la que no consigo despertarme. No aprendo a vivir sin ti, a no necesitarte, a no tenerte conmigo para ayudarme cada día, para abrazarte cada vez que estoy triste, porque echo de menos ese hueco entre tu hombro y tu cabeza, en el que yo me sentía segura, en casa. Porque tú eras mi hogar, porque yo quería seguir viviendo en ti, y el destino quiso que ni si quiera tú siguieras viviendo.
Y llegó el día, y te marchaste. Y lo recuerdo, claro que lo recuerdo. Acostarme teniéndote y al despertar ver que ya no estabas. Que no volverías. Aquel último "te quiero", aquel último abrazo que se quedó postrado en aquella cama como tú.
Descansa tranquila, decían todos. ¿Cómo ibas a descansar sin tenerme en la cama de al lado? Sin despertarme temprano para desayunar, sin jugar conmigo cada tarde. No me cabe en la cabeza todavía, que fueras tú la que tuviera que marchar, porque yo siempre había pensado que la vida era dura aún contigo, pero es que sin ti, yo que sabía que sería de mí sin ti.
Y ahora lo sé abuela, y espero que con mis cosas buenas y mis cositas malas, yo haya cumplido mi humilde objetivo, que tú estés orgullosa de mí.
Ya solo queda decirte que recuerdes tú, desde dónde quiera que estés, que solo se va del todo a quién se olvida, y por suerte tú eres increíblemente inolvidable.
TE QUIERE, tu nieta.